Después de pensarlo bastante y en vista que no quedaba otra
posibilidad, me aventure a visitar este mundo del comercio no formal y como
preguntando se llega a Roma, pude después de caminar algunas cuadras encontrar
el famoso centro comercial donde hacen este tipo de acrobacias y malabares.
En ese lugar existen más de 200 pequeños locales comerciales
donde venden literalmente de todo. Me acerque a uno de los puntos de venta y le
pregunté a quien atendía, donde me podían cambiar el software de un teléfono
celular (obviamente sin sacar el teléfono de mi bolsillo).
Me dijo el señor: “váyase derecho por este pasillo y luego da
vuelta a la derecha, al final de ese pasillo a la derecha y cuando este en
medio de esos locales pregunta por el diablo”.
¿Cómo?, que pregunte por quien?
Por el diablo.
Si señoras y señores, quien iba a reparar mi teléfono celular,
era al mismísimo diablo.
Esta vez tuve el deseo ferviente de devolverme a mi casa,
empacar el teléfono en una caja y enviarlo de vuelta a Inglaterra, sin embargo,
recordar lo que vale un envío físico a otro continente me hizo reflexionar.
Me arme de valor, hice dos o tres oraciones y me fui en busca del diablo.
Me arme de valor, hice dos o tres oraciones y me fui en busca del diablo.
Cuando llegué al local y pregunté por el diablo, escuche una
voz que dijo…soy yo. La impresión que tuve a primera vista fue muy positiva,
porque se trataba de un lugar perfectamente organizado, con sus respectivos
registros de ley enmarcados y colgados en una de las paredes del
establecimiento. Lo anterior, me generó tranquilidad, por lo que decidí sacar
mi teléfono y entregárselo al diablo para que lo revisara.
Una vez el diablo chequea el celular me dice que debe
instalarle el idioma español a través de un software y que este trabajo
demoraría alrededor de una hora, que podía darme una vuelta y regresar. ¿Cómo
así?, pensé para mis adentros, ¿voy a dejar mi costoso teléfono celular en las
manos del diablo?. Muy a regañadientes acepte, pero debo confesar que me daba
vuelticas cortas y volvía cada 5 minutos para ver en que iba el proceso. 20
minutos después ya estaba totalmente relajado al ver que muchas personas
llegaban y entregaban sus equipos celulares al diablo.
Quiero contarles que el trabajo del diablo duró 55 minutos (5
minutos menos que lo prometido) y por el precio justo. Cuando hice el pago me
quedé sorprendido al recibir una factura de venta, porque esto no es común en
los locales del centro de la ciudad, donde solo te dan un recibo que no tiene
ninguna validez legal. La factura tenía una nota que decía que contaba con un
mes de garantía sobre el trabajo realizado.
Una vez contada la historia, me gustaría que nos detuviéramos
a analizar como el diablo ejecuta una estrategia de gestión de clientes
excepcional, que termina con la fidelización de sus clientes:
1.
El diablo atrae a sus clientes, porque cuenta con un efectivo esquema de publicidad y
promoción que nace incluso en el mismo punto de venta y servicio de los
operadores de telefonía celular, los cuales dicen que “El único lugar en la
ciudad donde se presta el servicio de cambiar el idioma a los teléfonos
celulares, es en el infierno (los centros comerciales del centro)”. Lo otro, es
que desde que se llega al centro comercial, el diablo tiene montado un sistema
de referenciación a través del voz a voz, absolutamente poderoso. Sin estar en
la mejor ubicación del centro comercial, las personas de los diferentes locales
de la entrada al centro comercial, te van a guiar hacia él.
2.
El diablo mantiene a sus clientes, a través de la seguridad que se siente cuando llegas a su
local, donde la atención esmerada y la organización del sitio, así como la
imagen de la persona que te atiende (no tiene para nada cara de diablo), te
ayudan a confiar en su servicio.
3.
El diablo fideliza a sus clientes, porque cumple con su promesa de servicio (en el caso mío
fue atender a mi solicitud en una hora y lo hizo en 55 minutos).
Ignoro si el diablo sabe a ciencia
cierta lo que está haciendo, pero lo que logré experimentar es que está
aplicando correctamente un direccionamiento de su negocio apalancado en tres
frentes de mercadeo: